Lo tuyo es mío, y lo mío es mío

En esta oportunidad nos interesa introducir la problemática de la incorporación de las tecnologías digitales en las escuelas dentro de una problemática mayor, específicamente la apropiación de neustros datos e, implícitamente, la invasión al espacio privado.

Si las tecnologías llegaron para quedarse dentro del espacio educativo, cómo a los diferentes actores de la institución, ya sean personal de conducción, docentes, supervisores, padres, se nos ayude, guíe u oriente a pensar el qué ocurre con esa masa crítica de datos que introducimos a diario será relevante para la transmisión y desacralización del uso de las mismas.

A grandes rasgos, los cursos que se dictan, ya sean en capacitación en servicio como elegidos por los propios destinatarios, se pueden dividir en dos grandes campos. Uno, aquellos en los que los actores aprenden a ser usuarios del programa de ventanas, sin ningún tipo de reparo acerca del cuidado acerca de los datos, o de lo que implica vivir, enseñar y aprender en el capitalismo informacional. Un segundo tipo, lamentablemente son los menos, en los que la mirada está atenta a esta diversidad de cuestiones que atraviesan a cualquier prosumidor.

Dicho mal y pronto, cómo se educa si los adultos responsables, cualquiera sea su función, desconocen y ni siquiera son ayudados a husmear en qué pasa con los datos, quién se apropia de los contenidos que se generan, cómo se apropian de lo que produce la mayoría de los usuarios-productores, y una decena más de preguntas y problematizaciones que se le ocurrirán al lector.

Recapitulando, esta sucinta presentación puede llevarnos a dos posturas. La primera y más sencilla, un No a la computadora dentro de las escuelas, ya que se estarían poniendo a disposición infinidad de datos valiosísimos. Una segunda, por la que me inclino, que implica mayor complejidad, si se implementa bien, es la de educar la mirada y el uso crítico de las tecnologías digitales. En otras palabras, abrir el debate acerca de lo que implica la exposición de la vida privada en las redes sociales, por ejemplo, o pensar diferentes formas de licenciar los materiales que se producen dentro de la escuela. Pero para ello necesariamente los adultos tenemos que conocer y estar dispuestos a intentar comprender qué hay detrás de estos nuevos espejitos de colores.

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