Puede que nada original vaya a plantear al intentar pensar algunas cuestiones relativas al tema de la vigilancia, el control y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la institución escolar. Para comenzar resulta interesante señalar como, en general, ha sido naturalizada la vigilancia y con ella el disciplinamiento que se ejerce en el sistema escolar sobre los diferentes ámbitos de la vida del aprendiz. Ahora bien, en este aspecto qué ocurre cuando se incorporan las TIC.
Se parte del supuesto que la escuela, institución representativa de la sociedad disciplinaria y en pleno proceso de transformación, lejos de desprenderse de la vigilancia “recupera” y posibilita convivir a ésta con los mecanismos de control.
Es a partir de esta combinación que se abren un mar de inquietudes, humildemente las que en mí se erigen, por un lado, se relacionan con la constitución de un sujeto heterónomo. En otras palabras, en generar permanentemente en el niño y adolescente la sensación ya no, solamente, de estar siendo observado, sino también de que todo ser es susceptible de ser ubicado, rastreado y encasillado.
Por otro, las que conllevan, siguiendo a Callister y Burbules (2000), a una fácil y sofisticada acumulación de datos. Masa de información disponible para el mercado y que posibilita crear un perfil de cada uno de los aprendices, futuros consumidores.
En fin, qué sujetos se construyen en un marco de socialización con estas características. En el que bajo el lema “es por tu propio bien” se habilita a la intromisión en los fueros más íntimos del sujeto cognoscente. Y una vez más cobra visibilidad la relación amorosa entre la educación y el mercado.
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